Artista plástica japonesa. A lo largo de su carrera trabajó con una gran variedad de medios incluyendo pintura, collage, escultura, performance e instalaciones; la mayoría de los cuales exhiben su interés temático en la psicodelia, la repetición y los patrones. Es una precursora de los movimientos del arte pop, el minimalismo y el arte feminista. Kusama también es novelista y poeta, y creó películas y diseño de moda. Desde niña utilizó el arte para canalizar la neurosis provocada por su entorno familiar, marcada tanto por el maltrato y abandono, como por los horrores perpetrados por la segunda guerra mundial (tenía dieciséis años cuando estallaron las bombas atómicas).
Estudió nihonga, un estilo formal tradicional de pintura japonesa, en la Escuela de Arte y artesanías de Kyoto; y en 1958 se mudó a Nueva York inspirada por el surgimiento del expresionismo abstracto y el arte pop. Trabajó en la serie Redes infinitas. También organizó happenings en lugares públicos como el Central Park y el Puente de Brooklyn, donde exploró las ideas de la anti-guerra, anti-sistema y amor libre. En 1973 volvió a Japón tras una fuerte depresión a raíz del fallecimiento de su pareja y a causa de ver cómo algunos de sus trabajos alcanzaron popularidad en otras manos, como por ejemplo la repetición en serie de imágenes que hicieron famoso a Andy Wharhol, y su primera Infinity Mirror Rooms replicada por Lucas Samaras. En 1977 se mudó por voluntad propia a un hospital psiquiátrico. En ese entorno seguro encontró la paz para volver a hacer arte, el cual realiza hasta el día de hoy en un estudio cercano al hospital. En 1993 fue la primera mujer en representar a Japón en la Bienal de Venecia, y en 2017 abrió el Museo Yayoi Kusama en Tokio. A través de su carrera exploró continuamente los temas de la enfermedad mental, la repetición, obsesión, creación, destrucción, el sexo y el feminismo, haciendo del arte su hogar y su vía de sanación. Recibió numerosos premios: el Asahi Prize (2001), La Orden de las Artes y las Letras (2003) y el Praemium Imperiale (2006), uno de los premios más prestigiosos de Japón para artistas reconocidos internacionalmente.
Su sabiduría → “Los puntos son sólidos e infinitos. Son una forma de vida. Sol, Luna, estrellas son cientos de millones de puntos. Cada ser humano es también un punto. Los puntos no pueden existir por sí mismos, solo pueden existir cuando se reúnen unos con otros. Admiro completamente su infinitud y estoy profundamente conmovida por la grandiosa presencia del universo que está lleno de un poder misterioso. Me siento feliz cuando realizo mis obras, cuando escribo poesía y pinto cuadros. También me siento feliz cuando contemplo el cielo azul, observo el mar abierto o conozco personas maravillosas. Agradezco el momento en el que siento que puedo aportar algo a la sociedad y puedo comprometerme con ella como artista”.
Trailer de su obra → https://youtu.be/x8mdIB1WxHI
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