Pintora estadounidense de actualmente 90 años. Pintaba cuadros muy característicos, de personas con ojos grandes. Los firmaba como "Keane", que era su apellido de casada. Mucha gente interpretó que el creador era Walter, su esposo. Él empezó a robarle su mérito y ella lo supo mucho tiempo después. Margaret, bajo el nombre de su marido, llegó a ser una de las artistas más populares en la década de 1960. Walter Keane se auto proclamaba el pintor de los cuadros, mientras Margaret se mantenía encerrada pintando. Pasaron así doce años, hasta que Margaret se divorció de Walter y ambos reclamaron los derechos sobre los cuadros. Ella se declaró la genuina creadora, pero nadie le creía ni la reconocía. En 1970 Margaret retó a Walter para pintar frente al público y él no se presentó.
Finalmente, se realizó un juicio donde se les pidió a los dos que pintaran (no es mentira, ¿eh?), Margaret hizo un cuadro en una hora y Walter no pintó nada diciendo que le dolía el hombro.
El jurado falló a favor de Margaret y le permitió firmar sus obras como “Keane” y condenó a Walter Keane a una retribución de cuatro millones de dólares por daños emocionales y menoscabo a su reputación.
#NosotrasTeHubiésemosCreídoHermana
